La persona que jamás se había imaginado
resultó ser experta en el arte de robar sonrisas,
y le brindó una leve caricia al alma,
con prácticamente un 100% de efectividad.
Sin embargo, a su corazón le faltaban muchas sesiones de paño,
aunque de todos modos lo invitó a pasar, y pidió disculpas por el desorden.
Imploró paciencia, mientras azotaba su conciencia,
saboreando la amargura de lo prohibido...
Lo que sí, fue cuidadosa de pedir expresamente que no encendiera las luces,
pues todavía tenía desnuda el alma y expuestas las heridas del pasado...
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