lunes, 23 de febrero de 2015

Hasta siempre, Perdón y Gracias.


Y en un intento desesperado, pretende descubrir a dónde van las palabras que no dejó fluir.
Los actos que quedaron en potencia. Los planes que ya nunca van a ser llevados a cabo.
Y la culpa; que visita a diario como única sobreviviente.
Porque aunque quiera remediarlo, ya se encuentra cerrada la puerta de la oportunidad.
Porque cuando pudo, no lo hizo (quién sabe por qué cócteles de excusas).
Porque el tiempo sigue avanzando con total impiedad,
sin importar cuán deshecho tengas el corazón.
La aguja avanza y no para, no perdona,
ni espera, a que te detengas a recoger los retazos.
¿Y qué hacer con todos esos sentimientos que quedaron huérfanos?
Porque los millares de "Perdón" que adeudaba
-agolpados de a mil, en el nudo de su garganta-, fueron enterrados con Él.
Con la misma profundidad que en la tierra.. pero en el corazón.
Y entendió, por las malas, que duele más que el no hacer, el ya no poder.
Nunca más. Para siempre.
Muerto en vida por la asfixia de todo lo que no supo decir.
Muerto, por los errores que, ahora, quedarán inmortalizados hasta el final...