viernes, 7 de febrero de 2014

Casi cuan botella al mar

Reincidente frecuente en indagar en lo profundo,
continúa sin encontrar respuesta alguna que le resulte satisfactoria.
Cegada en no creer.
¿Será que estaba tan equivocada?
¿Que posicionaba, quizás, en algún lugar demasiado "categórico" aquello que la hacía pensar?
Y se aterraba de la normalidad en la asimilación de los demás actuantes ante dichos de tal atrocidad.
Entendía que aquello que tanto atesoraba quizás fuese demasiado obsoleto.
Demasiado devaluado.
Demasiado insignificante, en un mundo donde los principios ya no tienen mercado...
Y entiende que su pensamiento no es compartido. Casi utópico.
Algo tan simple, pero tan complejo a la vez,
que pareciera resultar invisible; de imposible concepción...
Y es un cachetazo a la aprehensión.
Porque aprender, para sí, nunca estuvo más lejos de aprehender.
¿Será que no se adaptó a los cambios en su dialéctica contemporánea?
¿Era eso algo malo, o era acaso una sobreviviente?
Y son esas palabras que no deberían ser tomadas en vano.
Aquello que hace percibir diferente al mundo.
Aquello que te hace sonreír tontamente al recordarlo...
Aquellas palabras que necesitan tiempo, maduración... Oportunidad.
Aquello que requiere ser dosificado...
en el momento justo...
en el oído adecuado.
Son aquellas palabras, epicentros de emociones inocultables...