domingo, 17 de febrero de 2013

Oportunidades de no menguar

Luego de tantas decepciones en primera persona,
creyó que por fin había llegado la hora de que la suerte le hiciera luces de una buena vez.
Alegando esfuerzo y perseverancia contínuas,
pidió al cielo un atisbo de lucidez para no dejarse rendir...
A su parecer, la Corte Kármica había algo en lo que estaba fallando.
Su criterio, sus formas, su manera de operar...
Tan acostumbrada a perder, a sangrar para reír,
que cuando la vida cobró a su favor, quien reinó fue la desconfianza.
Y entendió poco después que lo acaecido no era limosna, sino recompensa.
Que el que busca, tarde o temprano encuentra
(y que es más fácil cuando no se busca).
Que los obstáculos sólo servían para medir
-con la vara del sacrificio- hasta dónde se estaba dispuesto a llegar...
Esta vez, la suerte había fallado a su favor.
Y esa justicia, quien ya no se tapaba los ojos,
sino la cara, y de vergüenza,
le mostró que estaba en sí convertir crisis en oportunidad.
Era hora de acompañar la suerte con acción.
Tomar las riendas.
Dejar de oscilar entre niño y adulto a conveniencia...
Donde en esta vida, que no es más que una obra sin ensayos ni segundas toma,
debía animarse a vivir.. a decidir... a ser.